QUINCE MINUTOS Y UN VERDULERO
Sopresivamente, para algunos afortunados, un encargado informo por los altos parlantes que las puertas del supermercado habían sido cerradas y que desde ese momento tendrían quince minutos para llenar solamente un coche con lo que quisieran totalmente gratis.
Los primeros cinco minutos fueron eufóricos para los participantes por lo descomunal de la situación que vivían. Luego, la gente se calmo y pensó para aprovechar la generosidad del supermercado.
Dentro, se encontraba también Alberto, el verdulero del barrio, quien al escuchar tremendo discurso celestial no hizo otra cosa que encaminarse a las góndolas de los vinos. Pero después de ver su coche repleto del jugo de las mejores bodegas no resistió la emoción y se desplomo en el piso de un desmayo. Algunas cajeras lo asistieron y luego de unos minutos mas Alberto pudo caminar hasta su casa con la mercadería.
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