El
DOCTOR JUAN CARLOS SUÁREZ VILLEGAS en su último libro "La
Mujer Construida: Comunicación e Identidad Femenina”, detalla dos
cuestiones basicas para el entendimiento de nuestro tema. El
esteriotipo femenino, y las causas de su ausencia en los medios. Es
importante tener en cuenta el primero, ya que el segundo es producto
de este.
El
estereotipo femenino:
La
investigación sobre la mujer en los medios surge en la década de
los 70, marcando fuertemente con un tinte reivindicativo y crítico
las imágenes estereotipadas de la mujer tanto en revistas como en
los programas televisivos, y el abuso de la exhibición del cuerpo
femenino en los mensajes publicitarios.
El
estereotipo femenino lo constituye la mujer siempre buena, pasiva,
obediente, servil, tierna, maternal, ama de casa, amable,
comprensiva, discreta, delicada, dependiente y sin iniciativa,
administradora de parte del dinero del hombre en el ámbito del
hogar, temerosa, atractiva físicamente, siempre joven, y con apoyo
incondicional para el hombre. También con la afectividad,
dependencia y preocupación por los demás.
Según
estudios realizados sobre la imagen de la mujer, podemos diferenciar
distintos estereotipos femeninos:
a)
La abuelita previsora:
Es
invariablemente feliz porque ha solucionado su porvenir. Con mucha
frecuencia aporta la felicidad a los miembros de su familia (hijos y
nietos) preparando una deliciosa comida. Este personaje bienhechor y
tutelar representa la continuidad, el arraigo de las tradiciones y de
la tierra, el regreso a la simplicidad de la vida rural, la nobleza
no contaminada de lo primigenio.
Su
imagen es la de un ser sonriente, sin achaques de salud y viste
además con cierta coquetería sin excederse en lo que el sentido
común considera “propio de su edad”. Ha abandonado, desde luego,
los vestidos negros tradicionales porque todo en ella trata de evocar
la jovialidad y la eficaz actividad.
b)
El ama de casa:
Son
mujeres dedicadas a las tareas hogareñas y cuyo único fin es
satisfacer a su marido e hijos. Tienen una apariencia real, joven,
razonablemente atractivas para gustar a su marido, bien vestidas, de
aspecto agradable y suelen aparecer en marcos neutros e inconcretos,
sin referencia directa a la tarea del hogar tratando así de eludir
la conexión con la mujer exclusivamente como ama de casa, papel que
frena su autorrealización. Estas tendencias intentan evadir las
connotaciones negativas del trabajo doméstico para conseguir una
mayor aceptación. Suelen ensalzan las cualidades del ama de casa:
esfuerzo, dedicación, constancia y conocimiento. El ama de casa
alimenta y cuida a su familia siendo posiblemente la hija la única
ayuda con la que cuenta. Sólo en aquellos anuncios en los que el
producto tiene como principal cualidad la facilidad de preparación o
de uso suelen aparecer también personajes masculinos, pero existe la
sugerencia de que aquello es trabajo de mujeres.
En
las relaciones familiares la madre representa lo cotidiano, lo
permanente, lo funcional, es la que controla y vigila continuamente a
los hijos.
c)
La triunfadora profesional:
Arquetipo
cada vez más frecuente en el mundo occidental. Es una chica
independiente que comparte con el hombre una relación de paridad;
una ejecutiva autónoma, desenvuelta, respetada en su trabajo y
admirada por sus compañeros masculinos. Viste con pulcritud, pero
sin estridencias, es hermosa y cautivadora, pero por encima de ello
se la ve resolver con eficacia lo que parecen arduos problemas de
gestión. Por tanto, parece que su éxito laboral es casi una
consecuencia del atractivo personal, y eso es algo que se logra
adquiriendo el producto en cuestión. Además, debe demostrar
continuamente que ella es tan válida como un hombre para ese
trabajo.
También
se da el caso en que la mujer trabajadora es un complemento de las
labores despeñadas por un hombre. Sin embargo, existen determinados
trabajos en los que es más aceptable encontrar a una mujer con un
cargo importante, por ejemplo en la enseñanza básica,
enfermería....
d)
La mujer objeto:
Es
una práctica muy común en la que la mujer no tiene personalidad ni
identidad, se muestra como un simple elemento susceptible de ser
adquirido por cualquier hombre. Es un reclamo sexual, un cuerpo al
servicio de la satisfacción masculina. Se trata de la manifestación
sexista más clara y más atacada por los colectivos de mujeres.
También
indicaremos que la mujer objeto cumple distintas funciones dentro de
este rol, no sólo la de reclamo sexual:
La mujer adorno: aparecen como mujeres desprovistas de cualquier atisbo de inteligencia o personalidad, cuyo único fin es adornar el cuadro, o lo que es lo mismo, poner insinuantes poses y sonreír.
La mujer escaparate: la mujer va a ser el símbolo del triunfo masculino, será mostrada como un trofeo a través del cual el hombre conseguirá reconocimiento y admiración. La mujer se convierte en una posesión que el hombre ha de tener para mostrar su posición social. Las ropas y joyas que ella lleve indicarán el prestigio económico de él. Esta mujer no tiene identidad propia, no es nada sin su compañero, todo lo que tiene lo ha conseguido a través de él.
La mujer adorno: aparecen como mujeres desprovistas de cualquier atisbo de inteligencia o personalidad, cuyo único fin es adornar el cuadro, o lo que es lo mismo, poner insinuantes poses y sonreír.
La mujer escaparate: la mujer va a ser el símbolo del triunfo masculino, será mostrada como un trofeo a través del cual el hombre conseguirá reconocimiento y admiración. La mujer se convierte en una posesión que el hombre ha de tener para mostrar su posición social. Las ropas y joyas que ella lleve indicarán el prestigio económico de él. Esta mujer no tiene identidad propia, no es nada sin su compañero, todo lo que tiene lo ha conseguido a través de él.
e)
La mujer complemento:
Este
estereotipo nos ofrece una visión sensual y atractiva de la mujer,
la cual se siente feliz de poder satisfacer los deseos del hombre
pues vive para ello, es la única posibilidad que tiene, la
convivencia con él. La mujer se doblega ante su dominador, su vida
gira en torno a la de él.
f)
La adolescente guay:
Es
más informal. Gusta a los chicos, desde luego, pero todo sucede en
la pandilla. En otros casos realzará claramente su estatus en esa
tribu bulliciosa de amigos y amigas a la que el personaje pertenece.
Dichas adolescentes gozan de buena salud, se mueven con gran
dinamismo, tienen una silueta estilizada, visten con una
estudiadísima informalidad, no son empollonas pero tampoco
descerebradas y parecen independientes de una excesiva tutela
paterna. Nada hace pensar que se están preparando para asumir un día
responsabilidades familiares, aunque sí se desliza a veces la idea
de que llegarán a tener alguna tarea profesional.
g)
Mujer y belleza
La
mayoría de las presentadoras de los informativos deben ser
atractivas, esta belleza también está estereotipada en función del
tipo de programa y de los destinatarios grosso modo cabe señalar:
1)
El de mujer fatal: Una mujer voluptuosa, insinuante, misteriosa, cuya
perversidad ha desaparecido desvaneciéndose con ella el temor
masculino hacia este tipo de mujeres.
2)
La mujer niña: ninfa de rasgos infantiles rodeada de un aura de
inocencia y pureza simbolizada por velos y gasas blancas. La maligna
intención seductora del personaje no se aprecia.
3)
La unión de los dos modelos anteriores: Una mujer infantil y
misteriosa, inocente y voluptuosa. Posibles causas de los
estereotipos femeninos
Las mujeres se definen a sí mismas en términos de sus relaciones personales.
Patriarcado en todas las sociedades.
El “problema” de la maternidad.
Separación del hogar y lugar de trabajo hace que se ocupen sólo de las tareas domésticas.
Menor salario.
Ocupan menos puestos de responsabilidad.
Las mujeres se definen a sí mismas en términos de sus relaciones personales.
Patriarcado en todas las sociedades.
El “problema” de la maternidad.
Separación del hogar y lugar de trabajo hace que se ocupen sólo de las tareas domésticas.
Menor salario.
Ocupan menos puestos de responsabilidad.
Tradicionalmente
las mujeres estaban socializadas para ocupar espacios privados y los
hombres para los públicos. Ésta es una primera excusa que podría
explicar la ausencia de mujeres en espacios informativamente
significativos. A medida que las mujeres se han ido incorporando a
los escenarios públicos, se ha incrementado y diversificado su
aparición en los medios, pero todavía se está lejos de que estén
presentes en términos de paridad.
Otra
de las causas de la ausencia de la mujer en los medios es su tardía
incorporación al mundo de lo público, ya que todavía afecta a sus
posibilidades de ser líderes.
Hemos
de preguntarnos si el protagonismo femenino en la sociedad es tan
pobre como el que se refleja en la prensa. La participación de las
mujeres en todos los ámbitos de la vida pública y social está por
encima del porcentaje de 11,88% en el que las mujeres aparecen en la
escena pública. De manera general se puede decir que los y las
protagonistas principales provienen mayoritariamente de elites
sociales: políticas, económicas, deportivas, culturales y
artísticas.
Según
aparece en el libro El sexo de la noticia, otra de las causas por lo
que las mujeres no aparecen en los medios puede ser que los
movimientos sociales en donde ellas son protagonistas no suelen
organizarse con criterios jerárquicos, de manera que los medios no
encuentran siempre a la misma interlocutora (lo que podría
legitimarla como fuente) ni aporta la información en un formato
adecuado para ser trasladada a un texto noticiable.
Si
no aparecen fuentes femeninas es como consecuencia de la
superestructura jerárquica tanto por lo que hace referencia a las
empresas y a las instituciones como a los mismos criterios
profesionales. Esta jerarquía oculta con frecuencia a las auténticas
autoras de los trabajos o las gestoras de los proyectos, que están
detrás de los que ostentan cargos directivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario